Iglesia de San Pedro
Construcción de la segunda mitad del siglo XVIII que sustituiría a otra anterior.
Muestra una sencilla planta de cabecera plana y una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos abiertos a partir de arcos apuntados.
Al exterior destacan su torre situada en el extremo noroccidental, a los pies del templo, donde se sitúa el cementerio.
En el paramento meridional, cobijando la portada de acceso, se localiza un pórtico, también del XVIII.
El elemento más destacado pertenece un templo anterior. Es la obra inconclusa de la capilla funeraria de la familia Manuel que se conserva anexa a la cabecera. Se trata de una recia construcción de sillería con detalles decorativos de gran elegancia que debe situarse en la primera mitad del XVI.
Su planta semicircular, con recios contrafuertes, denota una estética goticista para la época, preparada para recibir la tradicional bóveda estrellada.
En el interior se observan retablos de estética rococó junto a alguno ya neoclásico.
De entre todos destaca el retablo mayor, rococó del XVIII, dedicado al patrono del templo, San Pedro, cuya imagen preside la obra, acompañado de diferentes santos pertenecientes a diferentes órdenes religiosas como San Francisco Javier, San Bernardo o San Antonio.
Construcción de la segunda mitad del siglo XVIII que sustituiría a otra anterior.
Muestra una sencilla planta de cabecera plana y una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos abiertos a partir de arcos apuntados.
Al exterior destacan su torre situada en el extremo noroccidental, a los pies del templo, donde se sitúa el cementerio.
En el paramento meridional, cobijando la portada de acceso, se localiza un pórtico, también del XVIII.
El elemento más destacado pertenece un templo anterior. Es la obra inconclusa de la capilla funeraria de la familia Manuel que se conserva anexa a la cabecera. Se trata de una recia construcción de sillería con detalles decorativos de gran elegancia que debe situarse en la primera mitad del XVI.
Su planta semicircular, con recios contrafuertes, denota una estética goticista para la época, preparada para recibir la tradicional bóveda estrellada.
En el interior se observan retablos de estética rococó junto a alguno ya neoclásico.
De entre todos destaca el retablo mayor, rococó del XVIII, dedicado al patrono del templo, San Pedro, cuya imagen preside la obra, acompañado de diferentes santos pertenecientes a diferentes órdenes religiosas como San Francisco Javier, San Bernardo o San Antonio.