Iglesia de Santa María del Castillo
Localizada junto al antiguo convento de San Bernardino, se presenta una sólida construcción mudéjar del siglo XV de ladrillo y cajas de tapial con base de piedra en su torre y parte de la construcción.
En la actualidad alberga un Museo Etnográfico de propiedad privada, lo que ayuda a su mantenimiento.
Destaca su cabecera, de evidente estética gótica con 7 paños estructurados con recios contrafuertes que corresponden a los nervios de su llamativa bóveda de crucería.
Abre una ventana a cada lado con una estructura típicamente gótica a base de un arco apuntado doble con parteluz. Todo el conjunto recuerda al ábside de San Andrés de Aguilar de Campos.
A los pies, los restos de la torre que soportan una voluminosa espadaña de cinco huecos.
En el interior se observa una estructura de tres naves, con la central más ancha, separadas por recios pilares en origen ochavados, sustituidos por los cuadrangulares actuales.
Originalmente se cubría con un vistoso artesonado a base de motivos estrellados, perdido totalmente en un incendio a finales del XIX.
A los pies se sitúa un reformado coro alto y los accesos se sitúan en los últimos tramos de la nave norte, muy reformado y el principal en el paramento sur, un arco túmido de ladrillo, cobijado por un aparatoso soportal porticado de ladrillo.
Su torre, la más destacada de las que se erguían en la población, no en vano llegó a ser la parroquia principal, se venció en 1849.
Localizada junto al antiguo convento de San Bernardino, se presenta una sólida construcción mudéjar del siglo XV de ladrillo y cajas de tapial con base de piedra en su torre y parte de la construcción.
Destaca su cabecera, de evidente estética gótica con 7 paños estructurados con recios contrafuertes que corresponden a los nervios de su llamativa bóveda de crucería.
Abre una ventana a cada lado con una estructura típicamente gótica a base de un arco apuntado doble con parteluz. Todo el conjunto recuerda al ábside de San Andrés de Aguilar de Campos.
A los pies, los restos de la torre que soportan una voluminosa espadaña de cinco huecos.
En el interior se observa una estructura de tres naves, con la central más ancha, separadas por recios pilares en origen ochavados, sustituidos por los cuadrangulares actuales.
Originalmente se cubría con un vistoso artesonado a base de motivos estrellados, perdido totalmente en un incendio a finales del XIX.
A los pies se sitúa un reformado coro alto y los accesos se sitúan en los últimos tramos de la nave norte, muy reformado y el principal en el paramento sur, un arco túmido de ladrillo, cobijado por un aparatoso soportal porticado de ladrillo.
Su torre, la más destacada de las que se erguían en la población, no en vano llegó a ser la parroquia principal, se venció en 1849.