Iglesia / Museo de Santa Cruz

EDIFICIO ACTUAL

La actual iglesia de Santa Cruz es un edificio de magníficas dimensiones y extraordinaria proporción. Su estructura responde a diferentes trazas o diseños variados y adaptados a distintas circunstancias históricas. Presenta una sola nave con planta de cruz latina, con tres capillas hornacinas a ambos lados de la nave, unidas en un recorrido longitudinal con corredores que las conectan. En su cabecera recta destaca una sacristía rectangular de principios del XVIII en el extremo del Evangelio y una potente torre en el lado enfrentado.

Todo el diseño muestra un espíritu de gran austeridad ornamental que contrasta con sus dimensiones monumentales. Responde así al conocido clasicismo romanista propio de la época en la que se realizó el grueso de la obra a lo largo fundamentalmente del siglo XVII.

Una vez observado su plan arquitectónico y su fachada, se entiende que su inspiración principal fue la iglesia modelo de la orden de los jesuitas en Roma, el Gesú, diseñada por Jacopo Vignola, con una amplia expansión en la Europa católica y que tiene un ejemplo evidente en la iglesia de la Compañía en Valladolid, hoy parroquia de San Miguel y San Julián.

En origen tuvo dos capillas esquinadas a los pies, el bautisterio y la dedicada a San Atilano, además de las capillas laterales que conocemos hasta el derrumbe de los años 50, como la de la Purísima Concepción, fundada en 1672 por el obispo de Córdoba, Fray Alonso de Sahagún, que presentaba el Retablo de la Inmaculada Concepción. Otras capillas eran la del Cristo de la Paz, fundada por dos ricos comerciantes de paños, Pedro Ledesma de Zorrilla y Ana Luisa Escudero, también con su propio retablo. Las capillas de Medina Prado, con unas llamativas yeserías en su bóveda y Fernández Isidro, también conocida como de San José, conservan sus retablos colocados a ambos lados del muro de cierre de los pies.

La decoración de todo el edificio se basa en elementos ornamentales arquitectónicos a base de pilastras con capiteles corintios y entablamentos moldurados. El principal espacio decorativo es la fachada que se precede por el amplio atrio que da a la calle principal de la población, en el que se encuentra el conjunto escultórico de bronce “Monumento al Cofrade” que homenajea a los que hacen posible la Semana Santa de la ciudad con un cofrade y un niño, obra de Ángel Martín 2006.

Fachada

Estructurada en dos pisos divididos con ancho arquitrabe, friso y cornisa y el avance del tramo central del cuerpo de la fachada, lo que provoca que en todo el conjunto se organice con pilastras corintias, diez en la parte superior y ocho en la inferior y remate con frontón y bolas. Se organiza el espacio con dos huecos centrales, un ventanal bajo frontón curvo en la parte superior y la portada inferior bajo frontón circular. Todo el conjunto se completa con nichos de arco de medio punto en el que se colocan esculturas, con personajes que se relacionan con el milagro de la Santa Cruz.

Pedro de Sierra fue el encargado de realizarlas y situó en la parte superior a Heraclio y Alfonso VIII en los nichos mayores y en los menores a Santa Elena y Constantino “el Grande”. En los laterales extremos el rey David y el profeta Isaías. Los dos relieves se colocaron en la parte baja representando a Santa Elena descubriendo la Cruz y de nuevo a la santa con el obispo Macario certificando la autenticidad de la cruz al producirse el milagro de la sanación de una enferma. En los nichos de la parte inferior las sibilas Cumana y Samia.

Obra destacada

Obras Expuestas

Monumento

Museo

Estilo

Barroca – Clasicista
Catalogada

Propiedad

Ayuntamiento de Medina de Rioseco

Datación

Siglo XVII

En origen tuvo dos capillas esquinadas a los pies, el bautisterio y la dedicada a San Atilano, además de las capillas laterales que conocemos hasta el derrumbe de los años 50, como la de la Purísima Concepción, fundada en 1672 por el obispo de Córdoba, Fray Alonso de Sahagún, que presentaba el Retablo de la Inmaculada Concepción. Otras capillas eran la del Cristo de la Paz, fundada por dos ricos comerciantes de paños, Pedro Ledesma de Zorrilla y Ana Luisa Escudero, también con su propio retablo. Las capillas de Medina Prado, con unas llamativas yeserías en su bóveda y Fernández Isidro, también conocida como de San José, conservan sus retablos colocados a ambos lados del muro de cierre de los pies.

La decoración de todo el edificio se basa en elementos ornamentales arquitectónicos a base de pilastras con capiteles corintios y entablamentos moldurados. El principal espacio decorativo es la fachada que se precede por el amplio atrio que da a la calle principal de la población, en el que se encuentra el conjunto escultórico de bronce “Monumento al Cofrade” que homenajea a los que hacen posible la Semana Santa de la ciudad con un cofrade y un niño, obra de Ángel Martín 2006.

Fachada

Estructurada en dos pisos divididos con ancho arquitrabe, friso y cornisa y el avance del tramo central del cuerpo de la fachada, lo que provoca que en todo el conjunto se organice con pilastras corintias, diez en la parte superior y ocho en la inferior y remate con frontón y bolas. Se organiza el espacio con dos huecos centrales, un ventanal bajo frontón curvo en la parte superior y la portada inferior bajo frontón circular. Todo el conjunto se completa con nichos de arco de medio punto en el que se colocan esculturas, con personajes que se relacionan con el milagro de la Santa Cruz.

Pedro de Sierra fue el encargado de realizarlas y situó en la parte superior a Heraclio y Alfonso VIII en los nichos mayores y en los menores a Santa Elena y Constantino “el Grande”. En los laterales extremos el rey David y el profeta Isaías. Los dos relieves se colocaron en la parte baja representando a Santa Elena descubriendo la Cruz y de nuevo a la santa con el obispo Macario certificando la autenticidad de la cruz al producirse el milagro de la sanación de una enferma. En los nichos de la parte inferior las sibilas Cumana y Samia.

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HISTORIA

Edificio Antiguo

Localizada en el centro de la población, al pie de la conocida como Rúa Mayor y enfrente de las antiguas carnicerías, precedida de un amplio atrio rodeado por un murete de piedra labrada con decoración de bolas en ellos intermedios. Se trata de un templo de enormes dimensiones, que sustituye a otro previo de época gótica que se encontraba situado cerca, hacia la zona del ayuntamiento. La documentación conservada reflejaba serios problemas de estructura y sustentación del edificio antiguo, lo que provocó la intervención Luis Cabeza de Vaca, obispo de Palencia, a cuya diócesis pertenecía en el siglo XVI la población riosecana, solicitando un nuevo templo.

Nuevo Proyecto

Inmediatamente, el propio Almirante, Luis Enríquez y Téllez Girón, VI almirante de la familia Enríquez, aceptó y sentenció el permiso para la nueva construcción el 11 de julio de 1543, aunque su ubicación se desplazaría al corrillo del mercado, que ofrecía mejor emplazamiento y mayor disponibilidad de espacio para la obra y la celebración de ferias.

El maestro comisionado para las trazas fue Rodrigo Gil de Hontañón, iniciándose la obra en 1549, pero la oposición del concejo municipal, por causa del desacuerdo en la nueva localización, provocó el inicio de un pleito que paralizó las obras hasta 1558 que fueron avanzando de forma lenta, hasta que en 1568 se trasladó el culto del templo antiguo al nuevo, todavía en construcción. La ruina y los derrumbes de la iglesia original y el proyecto para su total derrumbe obligaban a esta situación particular.

Siglo XVII

Este panorama trastocó el diseño original, reduciendo el número de capillas laterales, de 5 a 4, lo que dejó más espacio para el atrio. Esta nueva traza fue obra de Felipe Cajiga y levantada por Pedro Mazuecos en 1602, sustituido en 1606 por Juan González de Cisniega. La cabecera no estaba terminada pero sí en funcionamiento por esas fechas en vista de los aderezos y ornato del interior del templo que se estaban llevando a cabo. En 1622 apareció en escena Juan de Cajiga, asociado a la familia Cisniega. Pero la falta de dotación económica y material hacía que la obra se dilatara y se fuese ampliando el catálogo de arquitectos que pasó por la obra. Se registran provisiones puntuales curiosas como la compra de la ermita de Nuestra Señora de Villa Colancio por parte de la parroquia para aprovechar sus materiales.

Fue 1636 el año en el que llegó el arquitecto Juan de la Vega y se instaló la pila bautismal. En 1656 entró en escena Pedro Gómez de Rebolledo para terminar la cabecera bajo trazas del carmelita Diego del Castillo. Uno de los más destacados parroquianos de Santa Cruz, Antonio Paino, arzobispo de Burgos, donó el dinero para terminar la obra de la cabecera y lograr el privilegio de ser enterrado en ella. Las bóvedas de la nave se terminaron en 1664 con la intervención de Francisco de Cillero, que también terminaría las cubiertas de las capillas y la cabecera, rematada con cúpula elíptica, apoyada en pechinas con símbolos de la cruz en relieve y linterna.

Siglo XVIII

Hacia 1697 se continuaba la obra en la torre y entre 1700 y 1711 se levantó una gran sala capitular que también servía como sacristía. Durante el primer cuarto del siglo XVIII se constata la necesidad de intervenir en la fachada y el atrio y en el chapitel de la torre, levantada en el esquinazo de la Epístola de la cabecera, así como. Esta cuestión se debía, según los informes, a ciertos problemas de ruina por efecto del agua. Se encargó la intervención a Pedro de Sierra que además se compromete a realizar 6 estatuas y dos relieves para ornar la fachada.

Terremoto de Lisboa

El terrible seísmo con epicentro en el Atlántico, cerca de la capital lusa acaecido en 1755 afectó a muchos monumentos de la actual provincia de Valladolid y Medina de Rioseco no fue menos, observándose graves secuelas del hecho en la parroquial de Santa Cruz. Entró, entonces, en franca decadencia dado que sus problemas eran complejos y de costosa solución. Los informes de ruina se sucedíeron durante más de un siglo. En 1800 se terminó una dilatada intervención a cargo de Manuel Sagarvinaga, No fue esta todo lo determinante que era necesario y a lo largo del XIX se sucedieron diferentes obras. Las catastróficas situaciones vividas en el siglo XIX, como la invasión francesa, cuyas tropas la convirtieron en almacén, cuadra y hasta prostíbulo, hicieron que mal aguantara hasta el derrumbe del último tramo de la bóveda en febrero de 1954.

Pero las desgracias nunca vienen solas y un incendio ocurrido el 6 de diciembre de 1966 se llevó el retablo de la Purísima Concepción. El templo tuvo su fachada cinchada de manera exagerada hasta su reconstrucción piedra a piedra entre 1970 y 1975. Los derrumbes menores en la nave se fueron sucediendo hasta que en 1977 se vino abajo el contrafuerte del crucero de la nave del Evangelio y posteriormente el de la capilla inmediata. Definitivamente, en 1979 se inició una restauración de años que terminó con el salvamento de este magnífico monumento.

Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco

Se decidió darle una función museística para acoger el amplio patrimonio relacionado con la Semana Santa riosecana, así en la actualidad recoge la mayoría de los pasos que pertenecen a hermandades y cofradías que conforman el conjunto Bien de Interés Internacional que son las procesiones de Medina de Rioseco. Su catálogo expositivo se forma con objetos, instrumentos y símbolos pertenecientes a las cofradías y hermandades como hábitos y material propio procesional, documentación, fotografías y pasos y esculturas que han tenido o tienen que ver con el tema principal objeto del museo.

Los retablos que se han conservado de la iglesia complementan un espacio expositivo que manifiesta el patrimonio material e inmaterial de la dilatada tradición y religiosidad riosecana, siendo un ejemplo prácticamente único a nivel nacional. Bien es cierto que se han perdido algunas obras por efecto de las catástrofes, en parte o totalmente y algunas tallas han cambiado de ubicación y contexto expositivo. En la actualidad la gestión se realiza con la asociación Protemplos de Medina de Rioseco y la Junta de Semana Santa.

CATÁLOGO MONUMENTAL

La historia azarosa del monumento no impidió que las donaciones y beneficios que fue recibiendo a lo largo del tiempo establecieran un patrimonio artístico de gran riqueza. Muchos personajes importantes, relacionados con la ciudad, cedieron beneficios y recursos para engrandecer capillas con una fundación privada, con retablos que se encuentran actualmente colocados frente a los muros de la iglesia o el espacio propio de la parroquia, como ocurre con el retablo mayor y los colaterales, así como otro tipo de objetos como el frontal de altar o algunas esculturas.

Realizado por Juan Sanz en 1759, este FRONTAL DE ALTAR de plata se encuentra dividido en tres partes separadas por columnas y cubiertas con medallones con temas referidos a la santa Cruz, rodeados por ángeles que portan los símbolos de la Pasión.

Retablos

Precedido por un sagrario con forma de templete de grandes dimensiones, se encuentra el RETABLO MAYOR: realizado por el ensamblador Juan de Medina Argüelles en 1666, año en el que se entregaron los lienzos que llevó a cabo Diego Díaz Ferreras en torno a la vida de Constantino y Diego de Avendaño lo pinta y estofa. Se trata de una obra muy vertical, en la que destaca su diseño arquitectónico, con un pronunciado banco y tres calles que soportan un potente ático flanqueado por grandes volutas. Está estructurado a base de columnas salomónicas de orden gigante y pilastras con cornisas voladas muy movidas para aportar grandes contrastes de luz y sombra. Con una decoración muy barroca a base de motivos vegetales muy voluminosos, sus espacios se cubren con pinturas, de abajo a arriba:

Ático: Batalla del Puente Milvio. Calle Central: Bautismo de Constantino por el Papa Silvestre / Pintura arquitectónica / Exaltación de la Cruz con Constantino y cortejo bajo Coro Celestial. Lado del Evangelio: Emperador Constantino / Sueño de Constantino antes de la batalla del Milvio / Narración de su visión de Cristo a los suyos / Aparición de San Pedro y San Pablo. Lado de la Epístola: Santa Elena / Visión de Constantino de la Cruz frente al sol / Orden a los soldados de grabar el lábaro en los escudos / Constantino indica la visión de Cristo.

Retablos Colaterales

Son obra del ensamblador Juan de Medina Argüelles y el escultor Andrés Oliveros, entregados en 1679. El dorado corrió a cargo de Andrés de Brizuela y Juan Martínez en 1697. De corte muy barroco, presentan un zócalo muy alto, cuerpo central y pronunciado ático con volutas laterales. Toda la estructura forma cuatro cuerpos superpuestos y entablamentos rotos, lo que provoca un interesante juego de claro oscuro. Los apoyos en el banco se realizan con pronunciadas volutas y columnas salomónicas con tallos, hojas y pámpanos en los fustes. La zona del banco disponía de espacio para el sagrario, el central una hornacina de medio punto con dos pequeños relieves a los lados y un relieve rectangular en el ático. Estos relieves fueron realizados por el maestro Tomás de Sierra.

En el lado de la Epístola se encuentra el Retablo de Nuestra Señora de la Piedad, cuya imagen titular ha sido sustituida por imagen de pequeño tamaño de un Cristo atado a la columna y en el banco el torso de un Ecce Homo. Los cuatro pequeños relieves del cuerpo central representan a la izquierda de la vista el Santo Entierro y la Circuncisión y a la derecha Nuestra Señora de las Angustias y la Presentación en el Templo de Jesús Niño. Centrando el ático hay un relieve de gran tamaño del Descendimiento.

En el lado del Evangelio, el Retablo del Santo Cristo de la Pasión repite el mismo diseño que su parejo del lado de la Epístola. Protagoniza el retablo la escultura de Jesús Resucitado en la hornacina central. Es una obra de escuela castellana de principios del XVII. En el lado izquierdo de la vista se encuentran los relieves de la Flagelación y la Oración en el Huerto y al otro extremo el Ecce Homo y el Prendimiento. Ocupando el centro del ático se localiza el relieve del Santo Cristo Nazareno.

Retablos del Muro de Cierre de los Pies

A ambos lados de la entrada a la iglesia se encuentran dos retablos procedentes de dos capillas situadas en el lado de la Epístola, conocidos por los nombres de sus fundadores. Su estética es muy similar, del tipo clasicista con ciertos elementos que muestran un barroco calmado, se fechan a mediados del siglo XVII. Presentan banco inferior, un cuerpo, tres calles y ático. Se estructura a partir de columnas acanaladas corintias y remates esquinados con bolas y frontón en el centro. Las tallas que albergan son de procedencia variada y no mantienen relación entre ellas, presentando un panorama descontextualizado.

En el lado de la Epístola se encuentra el Retablo de la capilla Medina Prado. En la puerta del Sagrario se puede ver una pintura de una cabeza de Cristo del XVI. En el cuerpo, una Inmaculada en el centro, a su derecha San Antón y a su izquierda una imagen de Santa Isabel obra de Pedro Salvador “el Joven” 1669. En el ático, bajo frontón triangular, Santa Ana con la Virgen niña.

Al otro lado, en la parte del Evangelio, el conocido como Retablo de Fernández Isidro repite la estética del anterior. El ensamblador fue Lucas González y los encargados de la policromía y dorado Pedro de Mestas y Manuel del Río. En el cuerpo central aparece un alto relieve de Dios Padre con el Espíritu Santo y debajo una Sagrada Familia que se sitúan sobre una urna de cristal con un yacente del XVII, que ocupa el centro del banco. Le flanquean a la izquierda un santo franciscano y en el lado opuesto una imagen de Santa Teresa, que se presenta bajo una pequeña pintura de San Marcos. En el ático se localiza una imagen de San Atilano.

Obras Expuestas

Procedentes de los fondos de cofradías y hermandades o de los restos de la antigua iglesia y de la actual tras sus múltiples vicisitudes, el museo expone una completa colección que permite ver la evolución del monumento y de la Semana Santa de Medina de Rioseco.

Entre otros podemos destacar algunos ejemplos de su catálogo: una campana de la iglesia original del siglo XV, hábitos y cartas de privilegio de las cofradías, así como instrumentos musicales y objetos procesionales. Virgen de la Cruz, imagen de vestir del XVIII que, procedente de Santa Clara, presidía la capilla del arco de Ajujar, donde es trasladada en Semana Santa para el acto de “la Rodillada”. Cabeza de Cristo que perteneció al desaparecido paso del Redopelo, obra de Manuel Boje de mediados del XVII. Se pueden ver también un Crucificado de finales del XVI de buena talla, una Virgen que perteneció a un calvario, María Magdalena procedente de un Llanto por Cristo Muerto y dos sayones de cartón piedra que fueron sustituidos por los actuales en el Paso de la Flagelación.

PASOS DE SEMANA SANTA

ENTRADA TRIUNFAL DE CRISTO / BORRIQUILLA: Obra de Inocencio Cuesta de mediados del XX. ORACIÓN EN EL HUERTO: Obra del XVII, ha sustituido al Cristo original. Su inspiración hay que buscarla en el paso de igual escena de Valladolid, realizado por Andrés de Solanes. FLAGELACIÓN O NUESTRO SEÑOR DE LA COLUMNA: Obra anónima del XVIII. Los sayones actuales, obra del XX, sustituyeron a los que se encuentran en una vitrina. JESÚS ATADO A LA COLUMNA: Procedente de San Francisco, está atribuida a Juan de Ávila, seguidor de Gregorio Fernández. Se trata de una copia a menor tamaño que la realizada por Fernández para la Vera Cruz de Valladolid. ECCE HOMO / JESÚS DE LA CAÑA: La talla de Jesús es una obra de vestir del segundo tercio del XVII, relacionada con el llamado “foco vallisoletano”. Pilato es una obra de 1900 de Claudio Tordera.

NAZARENO DE SANTIAGO: Obra datada en el primer tercio del XVII. Cristo atribuido a Francisco Díaz de Tudanca. Los sayones y el judío son de Claudio Tordera, 1900. NAZARENO DE SANTA CRUZ: Imagen que presidió un retablo. Cristo y Simón de Cirene son de principios del XVII, vinculados con Mateo Enríquez. VERÓNICA: Obra de José Ajenjo Vega año 2000. DESNUDEZ: Es obra de Vicente Tena de 1908.Sustituyó al conocido paso del Redopelo. SANTO CRISTO DE LA PASIÓN: También centró un retablo colateral del Evangelio. Es una obra de principios del XVII, con un estilo cercano a Juan de Muniategui. VIRGEN DOLOROSA: De finales del XVII, se atribuye a Tomás de Sierra. Es una copia de la realizada por Juan de Juni en Valladolid.

SANTO CRISTO DE LA PAZ: De finales del XVI, está atribuida a Antonio Martínez. Fue conocida como el “Cristo de los Hidalgos”, que fueron los fundadores de la cofradía. CRISTO DE LOS AFLIGIDOS : Crucificado que forma Calvario con la Virgen y San Juan. El Cristo, ejemplo clásico de Escuela Castellana del XVI procedente de la iglesia de San Pedro. PIEDAD: De finales del XV, presidió un retablo de la iglesia. Se la observa un estilo cercano al llamado “Círculo de León”. VIRGEN DE LA SOLEDAD: Obra de Dionisio Pastor Valsero, de inicios del XX. CRISTO YACENTE: Del primer cuarto del XVII, se considera posible obra de Mateo Enríquez. Perteneció a la cofradía del santo Sepulcro, hoy se ubica en la antigua sacristía. JESÚS RESUCITADO: Datada a comienzos del XVII, muy probablemente proceda de la iglesia de Santa María de Mediavilla. INMACULADA / VIRGEN DE LA ALEGRÍA: Es una obra de la segunda mitad del XVII, de la que se desconoce su autor.

GALERÍA

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