Medina del Campo

Los orígenes de Medina del Campo se deben buscar en el emplazamiento de la Mota, donde diferentes descubrimientos arqueológicos han permitido enmarcar una cultura material relacionada con algún emplazamiento de la Época del Hierro de cierta relevancia. Se trataría del clásico y conocido asentamiento tipo castro pero con estructuras habitadas de planta no solo circular sino cuadradas, trapezoidales y circulares levantadas a base de tapial y adobe y techumbre de ramas.

La cultura material hallada en relación a estos estratos deja evidencias de armas y artefactos de hierro, hueso, bronce y cerámicas propias de la época. En época romana este asentamiento se abandonó, trasladándose los restos, ya de cultura romana, a las cercanías de la población, pero sin una ocupación realmente continuada y destacada.

Hasta la época de la Repoblación no vuelven a aparecer evidencias, de nuevo en el cerro de la Mota, entre el Adajuela y el Zapardiel. Se trataría de un enclave estable de población cubierta por una muralla de cal y canto, de la que se conservan restos y que abriría el camino a la primera población realmente importante de la futura Medina.

Es a partir de la constitución de este núcleo que las fuentes documentales comienzan a incluirlo, dado que además adquirió una importancia significativa con 11 parroquias en el último tercio del XII y 19 en el XIII, momento en el que la población superó los límites fluviales para ir acercándose hacia el llano. Esta acción fue favorecida por las condiciones socio políticas de estabilidad y la propia presión población de un enclave que adquiría unas dimensiones realmente importantes.

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Entre los siglos XIII y XV continúa esta situación de constante expansión formando núcleos que integran los recintos amurallados y absorben los clásicos asentamientos monásticos establecidos en las afueras de las poblaciones hasta fijar la estructura y espacio ocupacional que tendrá Medina del Campo en el paso de los siglos XV y XVI, por otro lado, el de mayor esplendor de la villa que irá abandonando el cerro de la Mota de forma casi definitiva.

El apasionante período de transición entre la Edad Media y el mundo moderno, con todos los cambios que aportaron en la sociedad, la economía, la propiedad, las artes, etc. tuvo en el reino de Castilla un exponente de primer orden en la villa de Medina del Campo.

La presencia de grandes familias altamente relacionadas con la corona y los grandes magnates de la época, en un mundo al que los descubrimientos geográficos le habían engrandecido exponencialmente y habían multiplicado sus posibilidades de comercio y desarrollo financiero.

Con una población cercana a los 20.000 habitantes, este desarrollo económico y productivo la coloca en un lugar privilegiado en el reino en esos momentos. Al abrigo de los apoyos de familias como los Trastámara o los Alburquerque, se convierte en un lugar clave para la toma de decisiones claves para el reino, recibiendo todo tipo de concesiones para favorecer, en definitiva, su moderno urbanismo, estructurado a partir de su espectacular plaza mayor y sus normativas y reglamentaciones, consideradas como las más avanzadas de la época. Aquí los Reyes Católicos aparecían de forma habitual e incluso la propia reina Isabel, antes de morir en el palacio que se abría a la plaza de la villa, redactó el testamento que a la postre daría origen a nuestro país.

Esta situación se torna en desastre a finales de la misma centuria del XVI con la caída de la importancia de las ferias y el traslado de los órganos de poder, en definitiva, de decisión hacia zonas más meridionales. Este escenario supuso un abandono casi total de los cerca de 100 edificios monumentales de la villa, provocando la desaparición de más de un tercio, a lo que habría que sumar el dilatado letargo de la historia de la villa hasta el siglo XX, padeciendo el desastroso siglo XIX que trajo la guerra con las tropas francesas y las distintas desamortizaciones, lo que causó innumerables desastres patrimoniales.

El inicio del XX trajo el concepto equivocado de la modernidad para despertar del letargo, confundiendo avance con eliminación del pasado y de nuevo el patrimonio fue objeto central de la piqueta que terminó con gran cantidad de edificios y soportales que interrumpían alineamientos y estructuras viarias consideradas más modernas.

En la actualidad el patrimonio de la Villa, declarada como Conjunto Histórico Artístico mantiene 7 edificios declarados como Bien de Interés Cultural (BIC) y un Sitio Histórico, el Palacio Real Testamentario.

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