Villalba de los Alcores – Monasterio de Santa María de Matallana
Sus restos muestran el paso de la historia
Situado en las afueras de la actual Villalba de los Alcores, en una zona frondosa de los Montes Torozos, en la que se ubica la finca Coto Bajo de Matallana, hoy Centro de Interpretación de la Naturaleza de Matallana. Un vistazo a la orografía nos explica bien a las claras el nombre de la “mata plana”.
El espacio muestra restos de los primeros asentamientos del lugar, hoy en día mantiene actividad arqueológica que localiza restos de un antiguo poblamiento prerromano, junto a evidencias de un asentamiento alto y pleno medieval, todos ellos alrededor de las consolidadas ruinas del monasterio cister.
La documentación antigua establece en el entorno del actual monasterio algunas iglesias, algunas incluso ya localizadas en sus cimentaciones, lo que indica que en plena época de repoblación fue un emplazamiento en expansión, sobre lo que sería algún lugar con asentamiento alto medieval.
Ya a mediados del siglo XII existía en este paraje una aldea con dos iglesias, “Sanctum Salvatorem de Mathaplana” y “Sancto Martino de Mathaplana”, con sus respectivos infantazgos, pertenecientes al dominio de Santa María de Bamba y que fueron entregados por la infanta doña Sancha junto con este monasterio a la Orden de San Juan el 10 o el 13 de junio de 1140.
Se tiene constancia también de la existencia de al menos un hospital en el entorno, al ser zona de paso era lógico y de varias iglesias más, sin más referencia que la pura cita documental.
Existen dificultades para el estudio del monasterio ya que no se conservan documentos originales y para llevarlo a cabo hay que recurrir a los escritos de diferentes fuentes como el cronista de Felipe II, Ambrosio de Morales que estuvo en el cenobio en 1572 y afirmaba haber visto dichos documentos y las referencias a los hechos más importantes, como su fundación y diferentes intervenciones recogidas en su Libro Tumbo de la Hacienda del Monasterio de Matallana de 1630 y los Anales Cistercienses de Ángel Manrique de mediados del XVII. y que, por cierto, recoge los mismos hechos, pero no coinciden en las cronologías recogidas por Morales.
Todos estos datos han sido interpretados por historiadores y arquitectos de diferentes épocas y en conjunto han supuesto la base de nuestro estudio.
ESTABLECIMIENTO MONÁSTICO
La cita más temprana del emplazamiento es la que hace referencia a 1140, cuando Doña Sancha, hermana de Alfonso VII, le cede a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.
En este momento la orden aprovecharía una iglesia antigua que debemos identificar con lo que llamamos Matallana I y que se mantendría en pie con el traslado de los sanjuanistas y la llegada de los monjes del cister, hasta la terminación de la cabecera actual y muy probablemente el paramento sur y el cierre de los pies, momento en el que se derribaría.
En 1181 tuvo lugar una nueva permuta entre Alfonso VIII y la Orden de San Juan, por la población de Alcubilla en el valle de Esgueva y en 1185 el monarca castellano cede su posesión al gran señor del territorio, el noble Tello Pérez de Meneses y su esposa Gontroda.
En ese mismo año el matrimonio, que recibió Matallana para fundar un monasterio de la orden de moda en esos momentos en Europa, el Císter, muy probablemente siguiendo las indicaciones del propio monarca procede a su fundación. Este tipo de procederes era habitual, ya que facilitaba el desarrollo de un establecimiento estable que permitía la estructuración y aprovechamiento del territorio que poseían los nobles y reyes en grandes extensiones, que por momentos permanecían baldíos y fuera de una jurisdicción controlada en un espacio en el que precisaban, además, certificar su presencia, dado que era la frontera entre los reinos de León y Castilla.
La fundación oficial, realizada como dependiente de la abadía Císter de La Crete, filial de Morimond, tuvo lugar en diciembre de 1085 y en ella se reconocía a Roberto como el primer abad de la misma. A partir de 1205 pasó a depender del monasterio de Valbuena, seguramente por disensiones con la casa madre francesa.
Una vez afianzado el cenobio y sus términos, comenzó la construcción de la iglesia, junto al arroyo Mijares o Matallana, hacia el año 1228 o 1229, bajo la dirección del abad Egidio si seguimos una inscripción lapidaria, no conservada, pero si copiada y difundida a mediados del siglo XVII.
«ANNO MILLESIMO DVCENTESIMO/
VIGESIMOOCTAVO/ REGINA
BEATRIX BONAE MEMORIAE
COEPIT AEDIFICARE/ ECCLESIAM
HANC, ET OBIIT/ AERA MILLESIMA
DVCENTESIMA SEPTVAGESIMA/ TERTIA,
ET EX TUNC REGINA/ BERENGARIA
COEPIT ECCLESIAM FABRICARE
Abbas + Aegidivs»
En el año 1229, la reina Beatriz de buena memoria comenzó a edificar la iglesia, y murió en la era 1273 [año 1235], y desde entonces Doña Berenguela comenzó a fabricarla. Abad Egidio.
La capilla norte de la cabecera (San Juan), inmediata a la capilla mayor fue consagrada por el obispo de Ávila, don Benito, en 1254.
Precisamente en las primeras décadas del XVI el monasterio pasó a formar parte de la Congregación de Castilla.
Bajo esta denominación llegaba a nuestro país una profunda reforma de la orden cisterciense que pretendía hacer frente a la relajación de las normas y gestiones de los monasterios de la orden.
Matallana se unió a ella en 1515 para, entre otras cosas, poder hacer frente a la crisis en la que se encontraba el cenobio. Los cambios trajeron un nuevo momento de bonanza y la disposición de recursos para acometer las obras citadas y otras ampliaciones hacia la zona oriental del conjunto edilicio.
Con la Guerra de Independencia, el monasterio sufrió el saqueo desmedido de las tropas francesas, como otra gran parte del patrimonio nacional. El decreto de supresión de las Órdenes regulares y monásticas de José Bonaparte forzó el abandono de los monjes y la dispersión de su patrimonio artístico.
Con Fernando VII, como ocurrió con todas las órdenes religiosas, la comunidad volvió al cenobio hasta que los primeros decretos desamortizadores de 1820 iniciaron la enajenación de las posesiones y definitivamente del Decreto de desamortización de 1835 dilapidó la vida monástica en el monasterio y el fin de la Congregación de Castilla.
Tierras y dependencias pasaron a manos privadas pasando a ser Hospital General del presidio del Canal de Castilla hasta que en 1844 fueron vendidos a propietarios que los revendieron a la empresa del Canal de Castilla que utilizó su piedra para construir el Ramal de Campos.
De nuevo vendidos sus restos para reconvertirlos en casas de labor, fue encargado un desescombro de sus restos en 1918, momento en el que aparecieron los sepulcros, descritos por Francisco Antón.
En 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico, evidentemente demasiado tarde y en 1975, adquirido por la Diputación de Valladolid.
MATALLANA I (Alto Medieval)
Conocemos esta edificación por evidencias arqueológicas. Su planta está identificada sobre la parte sur de la cabecera y gran parte de la nave de la Epístola, pero no hay apenas referencias a su existencia, lo que crea una cierta confusión y las interpretaciones sobre su posible alzado son, como es lógico, muy variadas e incompletas.
En la cesión que hace del lugar la infanta doña Sancha a los caballeros de la orden de San Juan se incluyen las iglesias de El Salvador y San Martín, que tiene su advocación en una capilla de la cabecera de la posterior iglesia cisterciense, se conoce la ermita de Santa Marina que tiene su propia capilla también, sin embargo, la de El Salvador no, quizá fuera esta iglesia, Matallana I, con una advocación muy relacionada con tierras norteñas del entorno de la corte asturiana.
Construida en mampostería cal y canto con enlucido y sillares de piedra esquinados, su planta muestra una cabecera precedida por un espacio de crucero que une las tres naves que presenta.
La cabecera muestra tres capillas rectangulares, la central sobresaliente en plano y las laterales muy profundas, todo el conjunto al exterior es de testero plano escalonado.
Tras el crucero cuatro pilares de sección cuadrada, dos en cada lado de la nave central y a continuación hacia los pies dos muros hasta el muro de cierre occidental, que dibujan un espacio cuadrangular a cada lado.
La falta de más evidencias plantea las citadas hipótesis y nosotros tenemos también la nuestra. En este sentido observamos que debería ser un edificio alto medieval, ya que una construcción simplemente provisional realizada por los miembros de la comunidad de San Juan del Hospital de Jerusalén no tiene mayor sentido dadas sus dimensiones 36 x 18 metros, lo que hace que no sea un diseño cualquiera.
Tenemos en cuenta que esta misma orden tuvo posteriormente la posesión de Wamba y transformó la iglesia conventual de Santa María, cuya cabecera recuerda mucho a esta de Matallana, pero no entendemos que sea el caso por el poco tiempo que estuvieron.
Esta construcción debía tener un origen litúrgico alto medieval, como otras del entorno hacia finales del siglo IX o ya el siglo X. La nave central sería, entonces, más alta, en un planteamiento basilical que pudiera aportar luz al edificio con huecos abiertos en su muro y estaría cubierta con madera en sus tres naves.
La disposición de los pilares bien podía explicarse por la disposición de un iconostasio al modo de la Liturgia Hispánica y los muros de la zona de los pies, por una estructura que recogiera una tribuna al estilo de los edificios asturianos alto medievales.
Esta hipótesis, con la que hemos levantado el edificio con tecnología de Realidad Virtual y próxima a su presentación, es la explicación más lógica, desde nuestro punto de vista, por supuesto.
Sus restos muestran el paso de la historia
Recorrido 360º del Monasterio de Santa María de Matallana.
Sus restos muestran el paso de la historia
Recorrido 360º del Monasterio de Santa María de Matallana.