Monasterio de Santa María de Matallana
MATALLANA II
En el año 1229, la reina Beatriz de buena memoria comenzó a edificar la iglesia, y murió en la era 1273 [año 1235], y desde entonces Doña Berenguela comenzó a fabricarla. Abad Egidio.
Los muros eran dos filas de sillares con material de relleno a base de calizas agarradas con cal y canto, que es lo que vemos en gran parte del trazado de los paramentos en la actualidad.
Al exterior, salvo en el muro de comunicación con el claustro, eran lisos con contrafuertes de pilastras adosadas, de sección rectangular, correspondientes a las nervaduras de las crucerías de sus cubiertas interiores.

Por lo que respecta a la planta, se trata de un clásico edificio cister basilical, que responde al modelo típico de la orden, con cabecera de cinco capillas (de norte a sur: San Martín, San Juan, Santa María la capilla mayor, San Bernardo y Santa Marina), las cuatro laterales rectangulares con testero plano y la central heptagonal por las semicolumnas adosadas que recibían los empujes de las nervaduras de la cubierta. Mantiene un amplio espacio presbiteral que incluso abría un hueco de comunicación con la inmediata capilla del norte, la de San Juan.
Toda esta disposición, así como sus cubiertas, hoy todavía cuestión controvertida, respondían al modelo del monasterio burgalés de las huelgas reales. las capillas laterales, en las que se observan los huecos cuadrados abiertos en sus muros, credencias, a modo de estanterías para objetos litúrgicos y arcos trilobulados para el lavabo, se cubrirían con bóvedas sexpartitas.
Por su parte, la capilla mayor se cubriría con crucería el presbiterio y con bóveda de nervios radiales la zona absidal. Las laterales presentaban un hueco derramado, a modo de ventana, con arco de medio punto en el centro de su muro y la capilla central uno en cada paño de sus 7 lados.
El extremo de los muros de las capillas presentaba, hacia el crucero, unos medios responsiones, similares a los adosados a los muros de las naves, que eran la mitad de los que se situaban para separar los tramos de la nave central respecto a las laterales.
Su estructura era octogonal, muy fasciculada, hasta un total de 20 columnillas, para recibir el conjunto de arcos fajones que separaban los tramos de cada nave y los formeros que lo hacían con las laterales respecto a la central. Además, unas columnas que soportaba cada uno de los nervios diagonales de cada bóveda de crucería que cubrían los espacios de cada tramo.
Con un crucero que respetaba el ancho de la cabecera y sobresalía respecto a las naves, la planta se estructuraba con tres naves y cuatro tramos que se abrían al exterior por un hueco abierto en el centro del hastial situado a los pies.
El centro del crucero se cubría, según las descripciones de los visitadores citados, con un cimborrio con bellas torretas en las esquinas, similar al de la catedral de Zamora. En junio de 1611 se recoge su hundimiento sobre parte de la cabecera, lo que supondría el inicio de un cierto período de decadencia.
La reconstrucción de Realidad Virtual que estamos llevando a cabo un modelo arquitectónico corrobora este hecho, debido a que el trazado de la base de este crucero adopta una cierta forma trapezoidal hacia su parte suroriental, lo que haría que el cimborrio tuviera una serie de fuerzas tirantes en la dirección indicada, que con el paso del tiempo acabaron derribándole.

MATALLANA II
En el año 1229, la reina Beatriz de buena memoria comenzó a edificar la iglesia, y murió en la era 1273 [año 1235], y desde entonces Doña Berenguela comenzó a fabricarla. Abad Egidio.
Los muros eran dos filas de sillares con material de relleno a base de calizas agarradas con cal y canto, que es lo que vemos en gran parte del trazado de los paramentos en la actualidad.
Al exterior, salvo en el muro de comunicación con el claustro, eran lisos con contrafuertes de pilastras adosadas, de sección rectangular, correspondientes a las nervaduras de las crucerías de sus cubiertas interiores.
Por lo que respecta a la planta, se trata de un clásico edificio cister basilical, que responde al modelo típico de la orden, con cabecera de cinco capillas (de norte a sur: San Martín, San Juan, Santa María la capilla mayor, San Bernardo y Santa Marina), las cuatro laterales rectangulares con testero plano y la central heptagonal por las semicolumnas adosadas que recibían los empujes de las nervaduras de la cubierta. Mantiene un amplio espacio presbiteral que incluso abría un hueco de comunicación con la inmediata capilla del norte, la de San Juan.
Toda esta disposición, así como sus cubiertas, hoy todavía cuestión controvertida, respondían al modelo del monasterio burgalés de las huelgas reales. las capillas laterales, en las que se observan los huecos cuadrados abiertos en sus muros, credencias, a modo de estanterías para objetos litúrgicos y arcos trilobulados para el lavabo, se cubrirían con bóvedas sexpartitas.
Por su parte, la capilla mayor se cubriría con crucería el presbiterio y con bóveda de nervios radiales la zona absidal. Las laterales presentaban un hueco derramado, a modo de ventana, con arco de medio punto en el centro de su muro y la capilla central uno en cada paño de sus 7 lados.
El extremo de los muros de las capillas presentaba, hacia el crucero, unos medios responsiones, similares a los adosados a los muros de las naves, que eran la mitad de los que se situaban para separar los tramos de la nave central respecto a las laterales.
Su estructura era octogonal, muy fasciculada, hasta un total de 20 columnillas, para recibir el conjunto de arcos fajones que separaban los tramos de cada nave y los formeros que lo hacían con las laterales respecto a la central. Además, unas columnas que soportaba cada uno de los nervios diagonales de cada bóveda de crucería que cubrían los espacios de cada tramo.
Con un crucero que respetaba el ancho de la cabecera y sobresalía respecto a las naves, la planta se estructuraba con tres naves y cuatro tramos que se abrían al exterior por un hueco abierto en el centro del hastial situado a los pies.
El centro del crucero se cubría, según las descripciones de los visitadores citados, con un cimborrio con bellas torretas en las esquinas, similar al de la catedral de Zamora. En junio de 1611 se recoge su hundimiento sobre parte de la cabecera, lo que supondría el inicio de un cierto período de decadencia.
La reconstrucción de Realidad Virtual que estamos llevando a cabo un modelo arquitectónico corrobora este hecho, debido a que el trazado de la base de este crucero adopta una cierta forma trapezoidal hacia su parte suroriental, lo que haría que el cimborrio tuviera una serie de fuerzas tirantes en la dirección indicada, que con el paso del tiempo acabaron derribándole.
En el extremo norte del crucero se abriría la puerta de difuntos y en el extremo opuesto la sacristía y la escalera de maitines, para que los monjes accedieran al templo desde el dormitorio para sus rezos nocturnos.
Junto al primer tramo del lado del Evangelio se abre una capilla que integra un husillo con escalera de caracol, preceptivo acceso a las cubiertas. Se trata de la pequeña capilla del Santo Cristo de la Salud, que terminó cumpliendo una función funeraria.
Una moldura de talón invertido recorría la parte baja de todo el interior del edificio (salvo el muro sur) incluso continuada en los pilares. En el tercer tramo de esta misma nave se abría una puerta con arco apuntado que cobijaba una pareja de arcos, también apuntados, con jambas retranqueadas, conocida como “Puerta de Jerusalén”. Servía de acceso desde el emplazamiento del pueblo, una vez fue cegada la principal de los pies.
En los dos primeros tramos de la nave central se situaba el coro original, tal y como atestiguan la falta de columnas en los frontales de los dos primero pilares. Este coro fue sustituido a mediados del siglo XVI por un coro alto a los pies del templo, en el que se colocaba una sillería barroca de finales del XVII con 63 asientos (37 altos y 26 bajos).
La nave de la Epístola debió aprovechar parte de la cimentación de Matallana I, por ello es más estrecha y no llega a incluir la moldura que recorre el resto del edificio.
En el primer tramo se abría la puerta de la Lection, por la que entraban los monjes profesos desde el claustro. A continuación, en el segundo tramo se construyó una escalera de acceso al segundo piso del claustro, construido también en esa época.
Los restos de un nicho funerario se abren en el tercer tramo, donde aparecieron 3 sarcófagos en el desescombro de 1918 y en el último tramo se situaba la puerta de acceso de los conversos.
En cuanto al patrimonio mueble, las descripciones de los autores señalados, dejan evidencia de una cantidad importante de altares o retablos, algunos de calidad, pero todo ha sido dispersado o ha desaparecido, acompañando la ruina del edificio.
Si se conservaban in situ, en el proceso de desescombro llevado a cabo en el monasterio entre 1918 y 1942, un conjunto de 6 sarcófagos prácticamente enteros y otros dos algo más deteriorados, tal y como informa el investigador Francisco Antón.
Hacia 1940, 5 fueron adquiridos por un particular que después los vendió al Museo de Arte de Cataluña, donde se encuentran actualmente. De los otros solo se conserva la urna de uno de ellos.
Se trata de modelos típicos de finales del XIII y principios del XIV. Tres de ellos tienen una figura sedente en la tapa y relieves de los funerales en los frentes de la urna y el resto escudos en la tapa y decoración de arcos perdida en su urna.
CLAUSTRO
Construido el original una vez se termina la iglesia, se le fueron añadiendo diferentes reformas y ampliaciones como una galería superior en el siglo XVI, en tiempo del abad Fray Ambrosio de Guevara (1533 – 1540) a la vez que se hizo la escalera referida del lado de la Epístola para acceder a la nueva ubicación del dormitorio en la parte alta.
En vista de la gran semejanza de este edificio y su evolución con el de Valbuena, se puede presuponer que se construiría otro acceso a la parte alta en la esquina sur oriental del claustro en la panda del refectorio, hoy muro de cierre del Jardín Botánico.
En el año 1782 se certificaba el mal estado del recinto claustral y se decidía su desmontaje para levantar uno nuevo, de corte neoclásico con dos pisos.
Del conjunto solo subsisten las bases de las columnas y un pasillo, el original locutorio, que se situaría a continuación de la sala capitular, separada de la iglesia por la sacristía. Junto al locutorio se abrió un patio mencionado en las fuentes como el de la cocina.
En la parte occidental zona que era de conversos, se conserva un pasillo contra el muro de cierre y que se utilizaba en el siglo XVIII como panera. En su muro de cierre, haciendo esquina con la portada original de los pies de la iglesia se mantiene un arco de acceso.
Con la integración en la Congregación de Castilla en 1515 llegaron una serie de reformas importantes para el conjunto monástico.
Se levantó una cerca de tapial, enseguida sustituida por la actual de piedra y las arcas para facilitar una importante obra hidráulica de traída de aguas al monasterio. Se construyó una nueva portería y se estructuró el patio de compas llamado también de la taza por una fuente que se situaba en el mismo.
Hacia 1590 se ampliaron las dependencias de la hospedería con una gran ala rectangular usada como bodega. Se iniciaron las obras de un claustro de dos pisos en la misma hospedería, que se demoraron durante casi todo el siglo XVII. Toda esta obra ha desaparecido, quedando solo dos alas del edificio de la hospedería a las que se adosaba el citado patio claustral.